5 de dezembro de 2011

Liberdade e Mercado


Toward a Truly Free Market: A Distributist Perspective on the Role of Government, Taxes, Health Care, Deficits, and More, John C. Médaille

15 de outubro de 2011

Da imoralidade da tributação excessiva e confiscatória


A análise efectuada aborda concretamente a realidade dos Estados Unidos, mas na sua essência é também aplicável a Portugal.

1 de setembro de 2011

O Burguês

A Causa da incredulidade do burguês deve procurar-se precisamente na discordância entre a vida cristã a vida burguesa, entre o homem velho e o homem novo.
Como há-de acreditar ainda em mistérios, em lendas, em milagres, se todo o seu esforço deve tender para eliminar tudo o que houver de irracional na sua vida? Como há-de admitir ainda a Divina Providência e convencer-se de que a vontade de Deus regula tudo, se a confiança nas suas próprias forças e a previsão raciocinada constituem os motivos em que se inspiram todos os seus juízos.
Groethuysen

29 de agosto de 2011

Leituras de Agosto - "Europe and the Faith", de Hilaire Belloc



A tese desenvolvida por Belloc neste livro é simples e conhecida, apesar de esquecida nos dias que correm. Convém, pois, recordá-la: na sua essência, a Europa é o resultado directo da cultura greco-romana clássica matizada pelo baptismo cristão que lhe foi ministrado pela Igreja Católica.

Sustenta Belloc que nunca ocorreu uma queda, uma desaparição no sentido literal da palavra, do Império Romano; este último, ao invés, a partir do século V, com o enfraquecimento dos laços centralizadores que uniam administrativamente as diferentes províncias imperiais a Roma, transmutou-se num conjunto de unidades politicamente independentes entre si, porém espiritualmente ligadas a Roma, já não pelo poder militar das legiões, mas pelo elo religioso nelas infundido pela Igreja Católica. E sob o influxo desta última, a Europa conseguirá superar o período obscuro e turbulento que se seguiu à desaparição do poder imperial romano e, a partir do século XI, guindar-se-á a uma nova época de dois séculos, que conhecerá o seu zénite coma Cristandade do século XIII - a Cristandade onde viveu São Tomás de Aquino -, em que mais do que nunca fará sentido o lema tão caro a Belloc: “a Europa é a Fé, e a Fé é a Europa!”

Com o dealbar do século XIV, e por causa daqueles que voluntária ou involuntariamente colaboram com as forças que imprimem um sentido anticristão à História, iniciar-se-á a erosão da Cristandade medieval, que culminará com a brutal ruptura da unidade espiritual europeia provocada pela reforma protestante do século XVI, o primeiro de muitos abalos que a Europa sofrerá na sua essência. Daqui se abrirão as portas sucessivamente à idolatria do poder absoluto do Estado, ao iluminismo jacobino, à revolução francesa, ao liberalismo laico e ao capitalismo desregrado, ao socialismo ateu, à revolução russa e à guerra mundial (este livro foi originalmente lançado em 1920), autênticas antecâmaras da erecção na Europa do Estado Servil ou Tecnocrático animado por uma ideologia anticristã, jacobina e internacionalista, antítese última das ideias de Cristandade e Europa, pois, como Belloc sempre insiste, “a Europa é a Fé, e a Fé a Europa!"

Leitura recomendada, já que - como li algures - conhecer a História é ser-se católico.

P.S. Para além da edição em língua inglesa deste livro, da responsabilidade da “TAN”, existe também uma espanhola, “Europa y la Fe”, publicada pela “El Buey Mudo”.

P.P.S. Este artigo é publicado em simultâneo no blogue “A Casa de Sarto”.

25 de agosto de 2011

Como São Jorge

Os Chestertonianos de Portugal não estão escondidos - tivemos apenas uns problemas circunstanciais ligados à eterna luta contra O Dragão da Maldade.

1 de julho de 2011

La Libertad del Polvo


Esa Economía había dicho que el trabajo era una mercancía que se regulaba, como las demás, por la ley de la oferta y del pedido, y la Economía social católica contesta: No; el trabajo, como ejercicio de la actividad de una persona, no es una simple fuerza mecánica, es una obra humana que, como todas, debe ser regulada por la ley moral y jurídica, que está por encima de todas las reglas económicas.

Esa Economía había dicho que el contrato de trabajo era asunto exclusivamente privado, que sólo interesaba a los contratantes; y la Economía católica contesta: No; el contrato de trabajo es directamente social por sus resultados, que pueden trascender al orden público y social; y la jerarquía de los poderes de la sociedad, y no sólo del Estado, que es el más alto, pero no el único, tienen en ciertos casos el deber de regularlo.

La Economía liberal había dicho que el principal problema era el de la producción de la riqueza, y la Economía católica contesta: No; el principal problema no consiste en producir mucho, sino en repartirlo bien, y por eso la producción es un medio y la repartición equitativa un fin, y es invertir el orden subordinar el fin al medio, en vez del medio al fin.

La Economía liberal decía: Existen leyes económicas naturales, como la de la oferta y la demanda, que, no interviniendo el Estado a alterarlas, producen por sí mismas la armonía de todos los intereses. La Economía social católica contesta: No existen leyes naturales que imperen en el orden económico a semejanza de las que rigen el mundo material, porque el orden económico, como todo el que se refiere al hombre, está subordinado al moral, que no se cumple fatal, sino libremente, y no se pueden armonizar los intereses si antes no se armonizan las pasiones que los impulsan; y no es tampoco una ley natural la de la oferta y el pedido, porque ni siquiera es ley, ya que es una relación permanentemente variable.

La Economía liberal decía: La libertad económica es la panacea de todos los males, y la libre concurrencia debe ser la ley suprema del orden económico. Y la Economía social católica contesta: No; el circo de la libre concurrencia, donde luchan los atletas con los anémicos, es el combate en donde perecen los débiles aplastados por los fuertes; y para que esa contienda no sea injusta, es necesario que luchen los combatientes con armas proporcionadas, y para eso es preciso que no estén los individuos dispersos y disgregados, sino unidos y agrupados en corporaciones y en la clase, que sean como sus ciudadelas y murallas protectoras, porque, si no, la fuerza de unos y el poder del Estado los aplasta.

La antigua Economía liberal decía, refiriéndose al Estado en sus relaciones con el orden económico: Dejad hacer, dejad pasar. Y la Economía católica contesta: No; esa regla no se ha practicado jamás en la Historia. Los mismos que la proclamaron no la han practicado nunca; y es un error frecuente el creerlo así, en que han incurrido muchos, y entre ellos sabios publicistas católicos, por no haber reparado que la antigua sociedad cristiana estaba organizada espontáneamente y no por el Estado. Aquella sociedad había establecido su orden económico, y no a priori y conforme a un plan idealista, sino según sus necesidades y sus condiciones; y cuando el individualismo se encontró con una sociedad organizada conforme a unos principios contrarios a los suyos fue cuando proclamó la tesis de que no era lícito intervenir en el orden económico. Lo que era precisamente para derribar el que existía, por medio de una intervención negativa, que consistía en romper uno a uno todos los vínculos de la jerarquía de clases y corporaciones que lenta y trabajosamente habían ido levantando las centurias y las generaciones creyentes. Porque ¿qué intervención mayor cabe que romper una a una todas las articulaciones del cuerpo social y disgregarle y reducirle a átomos dispersos, para darle, a pesar suyo, la libertad del polvo, a fin de que se moviese en todas direcciones según los vientos que soplasen en la cumbre del Estado?

La Economía liberal decía... pero ¿a qué continuar, señores, si habría que recorrer todas sus afirmaciones y teorías para demostrar que sólo han dejado tras de sí, al caer sepultadas por la crítica, los escombros sociales entre los cuales corre amenazadora como un río de odio, que será después de lágrimas y de sangre, al través de todas las sociedades modernas, la que se llama por antonomasia la cuestión social, engendrada principalmente por la Economía liberal, que fue la pesadilla del siglo XIX y que es la premisa de las catástrofes el siglo XX?

OBRAS COMPLETAS DE VÁZQUEZ DE MELLA . Regionalismo. Tomo I.

25 de junho de 2011

Ética do Trabalho

in Dissidente.info

"Mas é no plano da ética que o processo de degradação é particularmente visível. Enquanto a primeira época se caracterizava pelo ideal da «virilidade espiritual», pela iniciação e pela ética da superação do vínculo humano; enquanto na época dos guerreiros ainda se fundavam no ideal do heroísmo, da vitória e do senhorio, na ética aristocrática da honra, da fidelidade e da cavalaria, na época dos mercadores o ideal torna-se a economia pura, o lucro, a prosperity e a ciência como instrumento de um progresso técnico-industrial ao serviço da produção e de novos lucros na «sociedade de consumo» — até que o advento dos servos eleva ao nível de uma religião o princípio do escravo: o trabalho. E o ódio do escravo vai até ao ponto de proclamar sadicamente: «Quem não trabalha não come», e a sua idiotice glorificando-se a si própria, fabrica incensos sagrados com as exalações do suor humano: «O trabalho eleva o homem», «A religião do trabalho», «O trabalho como dever social e ético», «O humanismo do trabalho»."

Julius Evolain "Revolta Contra o Mundo Moderno", Publicações Dom Quixote.

19 de junho de 2011

A Restauração da Propriedade Privada

Hillaire Belloc

Let it be remembered that this aim of ours for the restoration of private property among a determining number of the community, the distribution of property among the masses of citizens who should thus be made free, does not contradict state ownership of certain functions. What it contradicts is the false doctrine of general or preponderant state ownership, or what is worst of all universal State ownership. The State exists for the family and the individual; not these for the State.
In many European countries where highly divided property is the rule, railways are State owned, and in all without exception, the Post Office.
There is no hard and fast line, but the general principle is clear enough. Any free and well ordered state includes a proportion of State ownership which is based upon private ownership in the hands of as many citizens and families as possible at any rate, of so many as to make the principle determining character of society. Such ownership may be co-operative in the form of the Guild where large units are necessary or as in the case of nearly all agriculture and a great deal of industry as well, owned in small units by craftsmen.
The function of distribution should also follow the same lines. Where there must be concentration in a large unit, that unit should be organized as a Guild; but in the vast majority of cases a small unit of distribution—the small store—is sufficient.

14 de junho de 2011

GK Chesterton (Londres, 29 de maio de 1874 — Beaconsfield, 14 de junho de 1936)

"Do anything, however small, that will prevent the completion of the
work of capitalist combination. Do anything that will even delay that
completion. Save one shop out of a hundred shops. Save one croft out
of a hundred crofts. Keep open one door out of a hundred doors , for
so long as one door is open, we are not in prison."
Chesterton in "Outline of Sanity"

CHESTERTONBRASIL.ORG: Oração pela sua beatificação

CHESTERTONBRASIL.ORG: Oração pela sua beatificação: "Oração pela sua beatificação"

29 de maio de 2011

The Trouble with Catholic Social Teaching
People of all faiths, in spite of their doctrinal differences, have generally been encouraged when the Catholic Church takes a stand for religious belief. In a skeptical and materialistic age, the social encyclicals seem to garner the widest attention because everyone is interested in seeing how the Church will adjust to the trends of the modern world. However, it is arguable that there has never been a real surprise in any papal encyclical. The Pope simply affirms the truths the Church has always affirmed. The encyclicals are needed only because the world changes, not because the truth changes. The world needs to be refreshed by the truth. For instance, in 1968, the only surprise of Humane Vitae was that the Church was not going to give into the world. Lust is still wrong. Now, in 2009, the only surprise of Caritas in Veritate was that the Church was not going to give into the world. Greed is still wrong.

14 de maio de 2011

Verdades simples, mas que não deixam de ser verdade

Póstroika

Gnostic Economics: compreender o Liberalismo

Crunchy Pope, Part Two: Against Gnostic Economics

In a sense, Locke treats the parent-child relationship as something accidental, a relationship of convenience between beings capable of free exercise of will. The child needs the parents because he is not yet capable of “the Freedom … of acting according to his own Will.” The parents provide nutrition and education during the period of preparation for independence, and the child’s duty to honor his parents is in exact proportion to the care taken for his education. The “bare act of begetting” carries with it no claim to gratitude.

The human body, like the rest of nature, begins as worthless material until it is labored upon by the will of the person whose body it becomes. It is by the action of our will that we develop all of our capacities beyond the merely nutritive. Education is the great labor by which the human species makes of itself something worthwhile, and whatever role the parents play in that education, it can accomplish nothing without the exercise of the child’s will. Hence my mind too attains its worth from the labor that I will to invest in it.

This is the sense in which Locke understands human beings as being their own individual property. All that they are that is of any value results from the labor they exercise upon themselves. Parents are, at best, the enablers of our self-creation, providing us with the material that is nearly worthless until improved by our own efforts.

In short, just as nature and the earth constitute the worthless world whose value lies in what humans can make of it, so too my body and mind are initially parts of that worthless world. It is when my will reshapes all this and turns it into some embodiment of itself that I lay claim to it. The world as given is essentially worthless, and the value things have results from our laboring to make the worthless material suitable to our wishes. It is the will that imparts value both by determining what will make something valuable and by causing that valuable something to be built up in it.

The older Gnostics turned away from the created world in revulsion; the newer Gnosticism turns against it in active opposition. By reducing the terms to world and will, modern Gnosticism more forthrightly declares that the world can only be good if our will declares it such.

On this view it is reasonable to understand our bodies as our own property. It is reasonable to understand the gestating child as the property of the mother as long as it remains part of her body and is far more the product of her labor than of its own. If we view human beings as abstract choosers, wholly equal as such, it is reasonable to view them as only accidentally related to other abstract choosers, such as parents, who are moved by whatever incentives nature has planted in them to help along our project of attaining independence. It is reasonable to understand life and the given world as in themselves negligible, as little to merit gratitude.

All this accords with Benedict’s description Gnosticism:

Human beings want to understand the discovered world only as material for their own creativity…. Gnosticism will not entrust itself to a world already created, but only to a world still to be created.

This means that Gnosticism will always be prepared to sacrifice what is, or “life as we encounter it,” to its vision of the unfettered life of the will, and to deny the reality of whatever places limits on our choices, such as the normative principles built into intergenerational relationships or into long-term sustenance of productive soil. Modern Gnosticism, under the guise of worldliness, is more thoroughly and intransigently world-negating than its ancestor.

As Benedict observes, this vision of the person confronting the world sets us in a new total antagonism to the created order:

Previously human beings could only transform particular things in nature; nature as such was not the object but rather the presupposition of their activity. Now, however, it itself has been delivered over to them in toto. Yet as a result they suddenly see themselves imperiled as never before.

Christianity, by contrast, recognizes the created order as a gift:

The fundamental Christian attitude is one of humility, a humility of being, not a merely moralistic one: being as receiving, accepting oneself as created and dependent on “love.” … The doctrine of redemption is based on the doctrine of creation, of an irrevocable Yes to creation…. Only if the being of creation is good, only if trust in being is fundamentally justified, are humans at all redeemable.

If we do not recognize the created order as harboring a goodness that comes to us from outside and makes claims upon us, we can recognize nothing as good except what is said to be so by our own act of valuing. Only if we are not the source of all value can we embrace the possibility of redemption.

Thus faith in creation is not (as modern theology too often treats it) “devoid of anthropological importance.” The question of creation, and of whether the creation and the Creator deserve our love and gratitude, goes to the very heart of what it means to be human, of what it means to be a laboring being, of what constitutes wealth and prosperity and an economy consonant with human aspirations and the human good.

10 de maio de 2011

Ideias Distributistas

“A Distributist View of the Global Economic Crisis”: A Report

“The winner in all this,” I continued, “will be the Servile State: Hilaire Belloc’s label for a system where monopoly capitalists, financiers, and government bureaucrats merge into an entity practising state capitalism. Under its terms the capitalists and bankers gain order and protection of their wealth and property while property-less workers receive welfare benefits specifically tied to their wage labor, such as unemployment insurance, which provides security but also confirms their servile status. For his part, Chesterton called this arrangemnent a ‘Business Government’ which, he said, ‘will combine everything that is bad in all the plans for a better world…. There will be nothing left but a loathsome thing called Social Service.” The balance of my talk included examples of the Servile State at work in America, Russia, and China. It also explored the curious new subjegation of women found– most remarkably– in Scandinavia, where the Business Government has essentially socialized “women’s work”: “women find servility in their strange, new, functional marriage to the state.”

“Servile World: How ‘The Big Business Government,’ ‘The Loathsome Thing Called Social Service,’ and Other Distrubutist Nightmares All Came True

At a still more troubling level, there is evidence that shifts in federal housing policy were actually coming to favor family break-up. In brief, by 1970 most married-couple American families with children were in their own homes. To keep up housing demand, regulators subtly shifted mortgage subsidies away from intact traditional families toward “underserved,” “non-traditional,” “non-family” households: single persons; sole-mother households; unmarried couples; the divorced. In fact, two analysts showed that as early as 1980, the American population was “diffusing itself” into a still expanding housing supply; the number of housing units was growing at nearly twice the rate of population increase. Put more bluntly, the new availability of subsidized mortgages for the non-married actually appears to have encouraged divorce and other forms of modern post-family living.[7] In a manner that Chesterton would have deplored, lawmakers and regulators had stripped American housing policy of normative content. No longer family-centric, with a special focus on the needs of children, it would now be “neutral” as to lifestyle. In practice, these changes blended the U.S. mortgage market together with certain emerging social pathologies and unstable speculation to create a precarious system: again, a problem already evident to some observers as early as 30 years ago. The wonder is that the contradictions in this system took nearly three decades to work themselves out as part of the current crisis.

6 de maio de 2011

Uma Sociedade de Desejos e Impulsos

Dos arquivos d'O Pasquim da Reacção

E pela mesma razão ambos observam o Cristianismo como inimigo a ser conquistado e dominado pela vontade dos governantes, como se observa pelo cesaropapismo britânico fundamentado por Locke e pelas nacionalizações religiosas dos comunismos que se verificaram por esse mundo fora. Tanto o Comunismo como o Liberalismo têm perfeita consciência de que só sobrevivem numa sociedade de impulsos e desejos e em que toda a repressão é injustificada. Prazer e Dor, Desejo e Satisfação, são os elementos essenciais dessa sociedade suinizada de resposta a impulsos. Qualquer apelo à Virtude, à medida do Homem que proporciona acesso a bens não quantificáveis e qualitativos, é por isso banido por extra-subjectividade. O epíteto “fascista” deixou o significado original de movimento político de massas, para se dizer daquele que não acredita que o indivíduo-átomo é o destinatário final de toda a política. Qualquer pessoa que se recuse a aceitar que os laços humanos são mais importantes que uma individualidade possessiva, que não tem outra finalidade que não seja a total plasticidade do Homem para obter uma total submissão ao poder e ao tempo, quebra a grande premissa de Comunismo e Liberalismo: que devemos todos estar juntos (comunismo) ou separados (liberalismo) para que possamos no fim caber nessa orgia de auto-satisfação do ponto-ómega do Progresso ou da sociedade em que cada um vê satisfeitas as suas necessidades.

4 de maio de 2011

Hoppe, Monarquia, Democracia, Livre-Mercado e Moral


While Hoppe is correct about the political sources of mass social democracy, he may be overly indulgent when he looks at the role of the market. Granting that the free market is preferable to an economy run by the friends of John Judis does not mean that commercial activities bear no blame for the greed and moral degeneracy in our society. An economy that arouses ceaseless material desire complements and reinforces a polity that increases its power by promising material gratification. As observed by the now deceased intellectual historian Panajotis Kondylis, consumer capitalism is the economic counterpart of welfare state democracy. Both stand in stark opposition to the bourgeois Denkform of the nineteenth century , which stressed family and social order and the maintenance of taste and decorum. Hoppe’s reduction to the “free market ” of what its critics call “turbocapitalism,” a globalized corporate capitalism that obliterates regional and cultural distinctions and tries to arouse the same appetites everywhere, is not convincing.
What Hoppe is defendingmay sometimes be the lesser of two evils; but the pursuers of that lesser evil are usually ranged on the anti-traditional side of social and moral questions.
Hoppe can (and will) respond that at least on the European continent palpable alliances do exist between the critics of multiculturalisma and Euro-bureaucracy on the one hand and the defenders of a market economy on the other. Such examples, which abound on what the Western media call “ the extreme Right,” would include the Lega Nord in Italy, the Alliance of the Democratic Center in Switzerland, the Vkzarns Blok in Belgium, the various factions of the Front National in France , and the Oesterreichische Freiheitliche Partei in Austria. Though not every one of these anti-immigration and culturally traditionalist parties has represented consistently free market positions, all of them have attacked centralized administration and have been open to ideas about privatization and deregulation. Hoppe, moreover, has been affiliated with more than one of them as an advisor. It is also possible, as we learn from his book, to make a libertarian argument against immigration and in favor of a culturally stable society. If one conceives of human communities as a collection of property owners authorized to establish their own rules about who should be allowed to enter their property, then it follows that these owners should be able to exclude unwanted aliens . One might also invoke the quintessentially Lockean position, now being revived by Northern Italian separatists, that those who are members of the social contract have a right to keep others out. Membership in civil society does not require one to reach out for new members, particularly if the ensuing demographic shift is perceived as harmful to present members of the community.

30 de abril de 2011

Dia do Trabalhador e as falácias da modernidade

O Dia do Trabalhador hoje é mais um anacronismo histórico como qualquer outro. O "trabalhador" de hoje já não é mais o operário que pretende ver seu número de horas reduzido para oito, tais como os da longínqua revolta de Haymarket, mas sim um "colaborador" que, pelo contrário, precisa de trabalhar o máximo de horas possível para poder manter a cabeça à tona de água. Depois há os restantes: uma "fidalguia" de parasitas que vai desde os beneficiários do RSI e subsídios afins até à classe dirigente com altas prebendas e honorários pagos pelo Erário. Pelo meio, sobraram alguns privilegiados que conseguiram seu ingresso em empresas públicas e administração estatal, os quais caíram nas boas graças dos sindicatos devido ao seu poder de paralisação.
Os "colaboradores" não são mais do que "metecos" que pagam com seus impostos todas as desventuras da democracia de Abril, no caso português. Um pouco por todo o lado, todos eles são isentos de consciência de classe, porque desde logo foram desenraizados e taxados de "burgueses" e "classe média", sem poder reivindicativo nem representação política ou cívica, vão-se aguentando mal ou bem, seja a título de "profissionais liberais" ou "trabalhadores por conta d'outrém" ou "prestadores de serviços".
Desde cedo, capitalismo e socialismo se aperceberam dos "monstros" de proletarização que criaram e dos problemas subsequentes. Os problemas e respectivas consequências agradaram e alimentaram o Socialismo e seus aparelhos: sindicatos, partidos comunistas, associações progressistas disto e daquilo e daqueloutro. As "soluções" provisórias agradaram ao Capitalismo, pois estas passaram pelo fortalecimento da banca e seus subordinados que, com injecções de capital, iam "resolvendo" as alhadas criadas pelo "monstro" proletário e pelas guerras internas e externas que entretanto, inevitavelmente, surgiram.
Neste contexto, todas as alternativas foram sabotadas. Instituições que tentaram criar uma ética para a pocilga, criar regras ao regabofe e empreendimentos de origem cooperativa foram atacados e torpedeados por ambos os lados beneficiários do sistema: socialistas, por um lado, mais seu exército de escravos; capitalistas, por outro, e respectivo núcleo execrável de usurários, vendedores de dinheiro sedentos de miséria e de vício para ter maior encaixe para seus "financiamentos" e aplicações financeiras de intrujice.
Com alguma facilidade, os biltres, hoje, riem-se das Encíclicas papais, suspirando de alívio pela pouca divulgação e atenção que estas tiveram. Uns apelam à selva guiada pela "Mão Invisível" e outros o regresso e/ou fortalecimento de um aparelho estatal que garanta centralizar toda a riqueza e produtividade gerada e assim alimentar o Leviatão com toda a pompa e em toda a circunstância.
Como a mentira não pode durar para sempre, o "sistema" está a dar o estouro - colapso financeiro dos inventores de ratings e de taxas de juro e o desaparecimento de recursos para alimentar uma população envelhecida e não produtiva, cujas causas se prendem nas invenções do progressismo, destruidor da família e da Vida Humana. Socialismo e capitalismo serão recordados pelas gerações futuras -se as houver - como os rostos da decadência da raça humana e a pior fase da sua História. 

Inheritance Tax and Property Tax

Inheritance Tax
Inheritance tax is another Keyensian method of wealth redistribution. It is based on the idea that a portion of the accumulated wealth of individuals needs to be redistributed through the government to those in greater need. It is, in my opinion, an excellent example of a society that takes a utilitarian view of its citizens. What else can explain the willingness to add to the grief of surviving relatives by making them pay for what they inherit from the one who died? Beyond that, there is not much difference between the inheritance tax and an income tax. The inheritance is treated as a special form of income and taxed at its own special rate.

Property Tax
The main problem I have with property tax as it is implemented here in the United States is that it actually negates the principle of ownership. I say this because, regardless of what it may say on the deed of title, you can be evicted from what is supposed to be your property for failure to pay the tax. In what way is this different from the early feudal period where the landlord could kick out the tenants for failure to pay the required tax? I can see none. Despite the fact that we claim to own our property, we are in fact nothing more than tenants with more rights to the property than renters.
Another problem with property taxes is that the government claims a revenue from that which it has not provided. John Médaille makes excellent points on the claim that a community can make on the value it has provided to the land, but the current practice of property taxes goes well beyond that. It also taxes the value provided by the individual or business as though the community has some natural claim to it. It is one thing to say that the presence of community has provided value to a piece of land and therefore the community can make a claim against that value; it is quite another thing to say that the community can make a claim against an increase value of your house on that land because you decided to improve it at your own expense.
These problems are the reason I cannot support property taxes as they are currently implemented. With these defects in place, I would personally prefer the sales tax.

28 de abril de 2011

Dívida Pública

in NC

António de Oliveira Salazar (28.04.1889-27.07.1970)


«Instrução aos mais capazes, lugar aos mais competentes, trabalho a todos, eis o essencial».

«Portugal nasceu à sombra da Igreja e a religião católica foi desde o começo elemento formativo da alma da Nação e traço dominante do carácter do povo português».
«Vós pensais nos vossos filhos, eu penso nos filhos de todos vós».

27 de abril de 2011

Under God and the Law

But most certainly medieval men thought of the king as ruling sub deo et lege; rightly translated, “under God and the law,” but also involving something atmospheric that might more vaguely be called, “under the morality implied in all our institutions.” Kings were excommunicated, were deposed, were assassinated, were dealt with in all sorts of defensible and indefensible ways; but nobody thought the whole commonwealth fell with the king, or that he alone had ultimate authority there. The State did not own men so entirely, even when it could send them to the stake, as it sometimes does now where it can send them to the elementary school. There was an idea of refuge, which was generally an idea of sanctuary. In short, in a hundred strange and subtle ways, as we should think them, there was a sort of escape upwards. There were limits to Caesar; and there was liberty with God.


The Well and the Shallows
Now a child is the very sign and sacrament of personal freedom. He is a fresh free will added to the wills of the world; he is something that his parents have freely chosen to produce and which they freely agree to protect. They can feel that any amusement he gives (which is often considerable) really comes from him and from them, and from nobody else. He has been born without the intervention of any master or lord. He is a creation and a contribution; he is their own creative contribution to creation. He is also a much more beautiful, wonderful, amusing and astonishing thing than any of the stale stories or jingling jazz tunes turned out by the machines. When men no longer feel that he is so, they have lost the appreciation of primary things, and therefore all sense of proportion about the world. People who prefer the mechanical pleasures, to such a miracle, are jaded and enslaved. They are preferring the very dregs of life to the first fountains of life. They are preferring the last, crooked, indirect, borrowed, repeated and exhausted things of our dying Capitalist civilisation, to the reality which is the only rejuvenation of all civilisation. It is they who are hugging the chains of their old slavery; it is the child who is ready for the new world.

- The Well and the Shallows (1935).

26 de abril de 2011

Uma série de perguntas sinceríssimas para os austro-libertarianos.

Para quem acompanha o debate distributista/austro-libertariano a partir do banco e fora das quatro linhas, inquiro-me, logo-logo ao princípio, sobre o axioma dos alunos de Mises. Pode a 'liberdade' (de mercado e não tão-somente) ser um primeiro princípio absoluto? Por definição meramente lexical, não pode. É-se livre apenas quanto a algo (e como vivemos num universo de causas e efeitos e checks-and-balances, ficamos dependentes de outro algo ao libertarmo-nos). Logo, é um termo relativo.

No mínimo, redunda em question-begging. Liberdade, pois, quanto a quê ou a quem? Dirão, se estou certo, que falamos da liberdade quanto ao Estado ou a qualquer outro organismo de regulamentação da economia. Ficamos, assim, com uma anarquia de mercado, em que a sacralidade da propriedade privada é, no fim, o único imperativo, tornando-se na solitária directiva da lei positiva e minárquica do austro-libertariano.

Todavia, sem Estado e sem aparelho judicial ou policial centralizados, impõe-se a dúvida sobre como agir se essa propriedade privada for violada. Quem ditará o que constituirá a agressão e quem aplicará qual pena? Dependerá de cada suserano capitalista e dos seus vassalos voluntaristas constituí-la e decretá-la? Poderá ser moral a execução de um servo que se atreva sobre as maçãs da gleba? E se não, porquê e sob qual tábua de valores?

Antevejo o segundo-emendismo americano que tanto abunda entre anarco-capitalistas; porém, isso não responde ao que fazer se uma possível agressão, suponhamos, nacional e massificada, vinda de fora por certo país que ainda viva no paradigma colectivista - que acaba por ser todo aquele que não o imaginado por Rothbard - munido de um exército não-privado, mas estatal, concentrado, hegemónico. Parece-me um salto de convicção kierkegaardiana demasiado fideísta o confiar-se de que todos esses monopolistas com alta segurança privada a seu dispor se coligassem numa erupção espontânea de subsidiaridade e solidariedade para combater o invasor. Pelo menos não aconteceu assim no tempo dos Founding Fathers. Assim que a pirataria na costa americana encetou, logo uma marinha foi prontamente comprada, constituída e - pecado dos pecados! - federalizada.

A minha especulação leviatânica vale o que vale e decerto que poderia ser muito mais abreviada. O que tento saber é como ultrapassar o aparente oxímoro axiomático de quem escolhe o seu primeiro princípio ideológico na liberdade de mercado (In pricipio erat Mises...). Pois ao eliminar toda a autoridade legal e qualquer padrão unívoco que proteja o livre-mercado parece-me que se extingue todo o consenso concreto moral que o afirme e defenda e que condene quem o negue. Ou seja, absolutizando o austro-libertarianismo corre-se o sério perigo de se aniquilar o austro-libertarianismo.

A Degeneração Moral e o Distributismo


The bourgeoisie cannot exist without constantly revolutionizing the instruments of production, and thereby the relations of production, and with them the whole relations of society. … Constant revolutionizing of production, uninterrupted disturbance of all social conditions, everlasting uncertainty and agitation distinguish the bourgeois epoch from all earlier ones. All fixed, fast-frozen relations, with their train of ancient and venerable prejudices and opinions, are swept away, all new-formed ones become antiquated before they can ossify. All that is solid melts into air, all that is holy is profaned …
Marx

Neste post ficamos a saber que o RBR não deixou de se sentir menos indivíduo depois de trabalhar numa multi-nacional. Ora, isto para um individualista é o mínimo requisito necessário. um indivíduo continua a ser um indivíduo tanto numa sociedade capitalista como numa socialista: a diferença é que na primeira tem direita a primeiro e a último nome, na segunda atribui-se-lhe dois ou mais dígitos. A sua esfera de originalidade passa, depois disso, por algumas peculiaridades: no capitalismo é também consumidor, além de indivíduo, no socialismo é também indivíduo, além de consumidor.

Onde impera o personalismo católico queremos pessoas, não indivíduos.

A principal inovação do capitalismo foi inventar a guerra de classes. Isto começou obviamente devido à sua inerente fixação pelo lucro: só consigo recordar as palavras de Ortega y Gasset quando diz que não existem classes sociais (diferenciadas pela riqueza e posses), mas somente classes de pessoas (de acordo com as suas capacidades e a sua ética). A mesma burguesia que destruiu a metafísica e trocou-a pela moeda, tornou-a no instrumento de adulação social. O homem não resiste sem religião, e o sucesso económico parece funcionar tão bem para os macacos depilados como a Redenção, infelizmente.

Assim sendo, todos os valores sociais que não se mantêm num ambiente de puro materialismo, e as suas criações - a Família Patriarcal, a Comunidade Religiosa e Espiritual, a Terra e a Pátria - não resistem. Aquilo que nos torna Pessoas - a convenção social, o dever altruístico - desaparece lentamente para ser trocado pelas aberrações do Estado Moderno: o Estado-Nação, o Nacionalismo Étnico, a Democracia de Massas, a Sociedade de Consumo, o Estado-Providência, etc. Tudo é servido ao Homem em unidades maciças que o despersonificam. O homem torna-se num indivíduo, só perante o Estado. Esta mediocridade de homem, este semi-letrado arrogante que não goza de 20% da liberdade do seu antepassado de há seiscentos anos atrás, tem a barriga cheia e as vacinas em dia. Que bom. Quando as tem.

Belloc nunca fala em impossibilidade de harmonia social. Em parte alguma se contabiliza ou se procura definir o limite de empregados por uma empresa. Não interessava ao distributista uma empresa com um milhão de empregados - interessa o estatuto desses empregados. Interessa a mudança que o estatuto de operário sofreu do século XVIII para o XIX. Aquilo que o Corcunda escreve aqui é a impossibilidade de essa harmonia social acontecer num cenário de capitalismo puro. Aquilo que os austríacos insistem em provar é a capacidade de prover necessidades, entre ambas partes de um contrato, no momento da definição do contrato livre. É a falta de pensamento a longo prazo que eles não têm.

Se a vontade é o elemento preponderante num contrato, e um homem pode contratualizar sobre o mesmo bem várias vezes na sua vida, quem nos diz qual das suas vontades deve ser atendida, senão a limitação do livre-arbítrio? O que terá mais validade, um casamento em primeiras núpcias ou um em segundas? No caso de falência do dito, quem deve beneficiar dos seus bens? E se este, munido de uma completa liberdade anarco-capitalista, resolve deserdar os herdeiros do primeiro casamento, deve ficar tudo para os herdeiros frutos da segunda manifestação de vontade? Mas não foram os primeiros filhos uma consequência óbvia de um Vontade do falecido, e essa Vontade não criou expectativas na outra Parte e nos frutos dessa União? E não merece a expectativa das Partes ser protegida?

Qual é o austríaco/libertário que nos pode contabilizar a importância de Vontade que um homem insere em cada contrato, já que o Estado é para ir pró galheiro?? Porque é que não há juristas entre os austríacos? Ou contadores de vontades?
Penso que, no mínimo, contadores de vontades deviam ser outras das exigências para o Estado Mínimo do Mises.org. É que é exactamente este aprofundamento teórico que torna o texto do Corcunda impossível para a retórica economicista.
Enquanto quisermos continuar a acreditar numa natural coordenação de Vontades - o elemento hobbesiano da Escola austríaca - o libertarianismo continuará a chocar com o livre-arbítrio que diz defender. Basta complexificar um poucos as situações sociais que não aparecem nos manuais de economia para perceber que a Human Action de von Mises é de uma petulância arrogante.

25 de abril de 2011

Compreender as transformações no Status Quo - Distributismo e Trabalho Assalariado

Gosto muito que o Rui Botelho Rodrigues goste muito de mim - isto é amizade viril, logo não tem mal nenhum que se fale desta maneira.
Penso que o Rui, no entanto, tem uma noção muito pouco correcta sobre o que será o Distributismo - por isso é que neste texto o Rui usa uma dialética muito gira: os distributistas são os defensores da preguiça, esses católicos cínicos maníacos com a pobreza (e aparentemente esquecidos do pecado da preguiça), e os capitalistas são os John Galt que puxam a máquina do mundo com o seu investimento privado. Não é, no entanto, de admirar. A escola austríaca é pródiga na teoria económica aplicada a todos as coisas, desde a filosofia ao catolicismo e passando, se possível, pela gastronomia.
O texto do Rui pode ser desmontado argumento por argumento:
- Os distributistas não advogam o retorno à sociedade feudal, mas somente a uma sociedade acapitalista. Existem ainda várias outras formas de vínculo social que não consistem apenas na obtenção do máximo lucro;
- A existência de acumulação de capitais na Idade Média comprova tanto a existência de um pensamento capitalista na mesma como a existência de cooperativas e outras entidades acapitalistas nesta Era comprova o contrário;
Mais um dos problemas imaginários do distributismo não é, Rui, o facto de a população ter crescido e já não haver espaço para dar a todas as famílias um quintal. A verdade é que tal seria possível, e caberia toda a população mundial no estado do Texas, pelo que diz a Overpopulation is a Myth (ver vídeo, 1:02). No entanto, o tema reveste-se de uma problemática social: desde o século XIX não só assistimos à total desprotecção dos pequenos proprietários dos abusos dos mais poderosos, como ao uso do Estado pela parte da burguesia para criar uma população de proletários dispostos a trabalhar a preços baixos. Não nos chateia haver gente com mais comida: chateia-nos ver que as sociedades se afundam sob a ameaça da carestia porque as pessoas não controlam minimamente o seu acesso à alimentação. As pequenas propriedades eram insuficientes para alimentar famílias, dizem os "historiadores" austríacos dos tempos pré-Revolução Industrial - com certeza, mas proliferavam os mercados regionais e a cooperação entre famílias. Querem saber o que mais aumentou com o bum populacional da era capitalista? A prostituição,as doenças venéreas, os divórcios, a morosidade da justiça, as guerras mundiais/totais, a democracia de massas, a vulgarização da religião e da cultura. É incrível que os austríacos usem apenas os critérios materialistas que lhes apetece na sua argumentação. No entanto, connosco não há tretas.

E é neste momento que vemos a peça mais preciosa do edifício argumentativo de RBR: ao contrapor ao "imobilismo" distributista as inovações do espírito capitalista, RBR enumera conquistas... patrocinadas pelos Estados. A criação de vacinas, a Internet, o crescimento da população, computadores, tudo conquistas deste tempo em que o capitalista, para remover todo o tipo de riscos ao seu investimento, usa o Estado. E é aqui que todo o edifício austríaco rui tão desassombradamente como ruiu Cartago, caro Rui: são consideravelmente mais numerosas as inovações feitas através do Estado, directa e indirectamente, nestes últimos dois séculos, do que nos tempos acapitalistas, onde de facto a iniciativa privada era incontestavelmente mais activa que o Estado. Vacinas, Internet, etc. são tudo coisas muito bonitas que só vieram tão rapidamente ao domínio público porque surgiu um enorme investidor, o último investidor capaz de investir a fundo perdido - O Estado.

A criação da mentalidade capitalista preconizada pela escola austríaca está intimamente ligada à criação do Estado Moderno. Os austríacos usam a mesma estrutura filosófica - a rejeição da metafísica, o individualismo metodológico, a Felicidade como resultado da harmonia de Vontades - mas rejeitam o que vem a seguir: o Homem-Massa, o burguês, a manipulação da opinião pública. Explicar a um austríaco que o seu capitalismo é o pai do mesmo socialismo contra quem eles lutam é como procurar ensinar um lobotómico a bater palmas. É o problema de usar dois filósofos medíocres como Rothbard e von Mises (excelentes economistas, no entanto) como fundamento de uma opinião sobre a máquina do Mundo.

Teria muita pena de não falar com o Rui pela Internet, como é claro. No entanto, com os mesmos propósitos da Internet criou-se a Bomba Atómica: será que está para breve o desaparecimento de RBR da blogosfera?

23 de abril de 2011

Boa Páscoa para todos



“Deus dobrou-se sobre nós para poder chegar aos recantos mais obscuros da nossa vida, para nos estender a mão, nos atrair a Si para nos levar até Ele. A cruz fala-nos do amor supremo de Deus e convida-nos a renovar hoje a nossa fé na potência deste amor, a crer que em todas as situações da nossa vida e na história do mundo, Deus é capaz de vencer a morte, o pecado, o mal e nos dar uma vida nova”, afirmou o Papa perante milhares de fiéis.


Bento XVI lembrou o sofrimento das crianças e falou ainda das “várias máscaras da mentira” que "ridicularizam a verdade", bem como de um “vazio de sentido e de valores” na educação.

19 de abril de 2011

O Contrato Voluntário

No Pasquim

Numa sociedade meramente voluntária, onde não existe um momento constitucional com aceitação de princípios superiores às expressões de vontade dos indivíduos, mas a formação de vários contratos associativos, tudo vale, não existindo princípios de justiça que sobrevêm à sucessão de contratos e a vontade de ambos fôr a única forma vinculativa, existe a possibilidade de destruir a condição da outra parte para dessa forma conseguir obter termos mais vantajosos para o próprio. Onde não existam princípios de justiça superiores e que precedam o acordo entre as partes, a própria existência do outro enquanto realidade política pode ser discutida. O não-reconhecimento de outros seres humanos como possuidores de direitos políticos não só é uma questão meramente voluntária e individual (liberdade de consciência), como até uma possibilidade remota. Se a própria formação da associação política prevê a possibilidade de negar a humanidade a outras pessoas e a agir em conformidade, fazendo um contrato de desigualdade gritante (a troca de um pão ou de um direito de passagem por um terreno pelo trabalho de uma vida), toda a loucura é permitida.
Defender, porém, o inverso, ou seja, que todos têm a possibilidade de retirar dos contratos por acto da sua vontade, é destruir qualquer possibilidade de vida em comum entre as pessoas, valendo qualquer contrato o mesmo que nada. Mas e o credor não tem o direito de pedir a restituição daquilo que foi dado?
É por isso que o liberalismo tem como problema essencial a aceitação obrigatória dos pressupostos que permitem a liberdade (inviolabilidade da propriedade). E por isso que o princípio da auto-determinação que Rousseau postulou como forma de oposição ao liberalismo é incompatível com todas as formas de propriedade liberal. Marx percebeu isso muito bem. Pelos vistos os liberais não.

16 de abril de 2011

Da Falta de Espinha Dorsal

Um dia a Direita portuguesa vai descobrir que Hayek foi um "Filósofo" medíocre e um "Jurista" básico. Depois vão voltar a descobrir Marx. Porquê? Porque a Direita portuguesa é mais estúpida que o pecado.

15 de abril de 2011

Distributismo na Blogosfera


O gosto ou deleite é o sentimento que brota da alma, quando contemplamos o belo, o qual é objecto de estudo da estética.
Amor é o apetite que nasce dentro de nós, sempre que se vê o bem. Chama-se ética a ciência que analisa este atributo.
O êxtase é o arrebatamento que vivemos de cada vez que a nossa inteligência alcança a verdade. Cumpre à ontologia defini-la.
A verdade, a bondade e a beleza do Ser têm um carácter de universalidade e de necessidade absolutas e são, por isso, perfeitamente objectivas. Só se captam se virmos o Ser na sua unidade transcendente.
A unidade do Ser provoca no nosso espírito uma sensação de equilíbrio, dá-lhe a justa proporção das coisas. Quando esta harmonia se rompe e nos esquecemos que o Ser possui determinada multiplicidade (contra o que afirma o racionalismo), ao mesmo tempo que apresenta certa unidade (o que é negado pelo empirismo), torna-se inútil buscar o que ele tem de verdadeiro, de bom e de belo. Com efeito, quer o empirismo, quer o racionalismo são incapazes, isoladamente, de perscrutar, por forma satisfatória, os deslumbrantes horizontes da metafísica.
Os princípios de identidade, de causalidade e de finalidade, que reflectem os atributos transcendentais do Ser, estes primeiros princípios metafísicos encerram, como se verá melhor, a condenação dos sistemas económicos dos tempos modernos. Há quem prescreva, como remédio para este mal que se arrasta, parecendo que se eterniza, aquilo que designam por terceira via e que mais não é do que a confusão do sincretismo. Quanto a mim, só na tradição se acha resposta adequada a este candente problema. E não falo em tradição por nos devolver um modelo que precedeu socialismo e capitalismo: isso atirava-nos para os braços do conservadorismo, que nunca deixa de ser grosseiro uma vez que é relativo. Eu remeto para a tradição, porque ela transporta, in se, a carga preciosa dos valores ônticos que se impõem ao nosso entendimento e ao nosso querer.
É sobre esta base que importa reconstruir o edifício económico, tão danificado por sucessivos abalos. Essa tarefa repousa em pontos muito inequívocos.
Analisemos pois o fenómeno, segundo os ditames da Tradição:

Donde provém a riqueza? --- Dos bens existentes e do trabalho realizado pelo homem. Falhando um destes elementos, não há riqueza.
A natureza, tal como o homem a encontra e em cujo processo de transformação não interveio nem intervém, constitui a causa material extrínseca da riqueza; o trabalho é a sua causa formal; o produto deste trabalho utilizado para novas transformações dá-nos a sua causa instrumental eficiente; o sujeito, que trabalha, tem a nobilíssima dignidade que cabe a toda a causa eficiente principal; e o bem-estar material do homem, ordenado à sua perfeição espiritual, proporciona a causa final.
A causa material extrínseca e a causa instrumental eficiente preenchem o conceito vulgarmente designado por capital. Mas porque não se pode precindir de nenhuma das causas acima enunciadas sob pena de não termos riqueza --- a própria causa final tem de se fazer sentir, mesmo desvirtuada, visto que «omne agens agit propter finem» (1) ---, somos forçados a concluir que capital e trabalho são indispensáveis na produção de qualquer bem económico, sem nunca esquecer a altíssima condição de quem é seu agente: a pessoa humana, categoria máxima de toda a realidade que aqui tratamos.
Pondo de parte o homem e o trabalho por ele desenvolvido, assim como o aspecto teleológico da produção de bens económicos, os outros factores de riqueza --- e que, em si mesmos, já são riqueza --- constituem aquilo a que se chama património.

O património é a face estática da riqueza. Esta, no seu aspecto dinâmico, toma o nome de rendimento.

O rendimento assume quatro modalidades: salário, quando é a remuneração da actividade exercida pelo trabalhador; juro, se é contrapartida daquilo que o capitalista investe; renda, quando corresponde a valores económicos na raiz de cujo desenvolvimento se situa a propriedade sobre imóveis; lucro, se é a paga dos bens devidos ao empresário, no meio da incerteza que este suporta. Todos estes agentes --- trabalhador, capitalista, proprietário ou empresário --- todos eles (e convém não perder de conta que nada impede a reunião, na mesma pessoa, de mais de uma daquelas qualidades), todos, sem excepção, impulsionam as mudanças que se dão no circuito económico e, por esse facto, merecem ser compensados através de créditos.
Para um juízo ético sobre tais formas de enriquecimento, é indiferente a distinção. Não há necessariamente qualquer desordem nelas: todas são legítimas desde que se observe uma correcta proporção entre aquilo que se presta e o que se acumula; e qualquer delas é imoral, se esse equilíbrio se desfaz.
Exposto isto, detenhamo-nos um pouco mais sobre o laço que une capital e trabalho:

A sua união é tão estreita que não conseguem existir um sem o outro. O insuspeito Marx não duvidava reconhecer que «o trabalho não é a única fonte (...) da riqueza material» (2) e logo, invocando William Petty, acrescentava que «o homem é o pai dessa riqueza e a terra é a mãe» (3). Noutro lugar da mesma obra, afirma que é impossível «produzir botas sem cabedal» (4) e que «(...) hoje, como no primeiro dia da sua aparição na cena do mundo, o homem é obrigado a consumir antes de produzir e enquanto produzir.» (5)

O trabalho, isolado do capital, é como o escultor que nada cria, porque o separaram da pedra bruta, da qual devia sair, com vida, a estátua sonhada. Por outro lado, de que serviria o capital, se não desse frutos? E como daria frutos, sem uma aplicação? E para quê aplicá-lo, se não fosse trabalhado?

É pois o trabalho que dá forma ao capital, mas, sem este, o trabalho também não teria onde actuar. Cindir trabalho e capital é o pecado ontológico levado ao campo da economia. No domínio do pensamento, a ruptura da unidade do Ser provocou os erros do empirismo e do racionalismo, correntes que se perfilam numa relação de antagonismo, sem encontrar remédio por mais que o procurem, porque cada uma delas está amputada do que a outra tem.

Em economia, essa quebra de harmonia trouxe-nos as falácias do capitalismo, a que se opuseram as utopias socialistas.Nenhum destes modelos se pode oferecer como solução alternativa. As promessas de salvação, como as apregoam, são de realização impossível. Ambos se revelam incapazes de brindar os povos com a felicidade que anunciam. A estrutura de um e de outro padece de um gravíssimo vício de origem --- a já assinalada falta de unidade ontológica.
Este duelo há-de prosseguir enquanto os filósofos voltarem costas á lição perene da escolástica e os políticos ignorarem o exemplo das corporações medievais, experiência que mereceu os mais rasgados elogios a próceres do comunismo, que não ocultaram as excelências daquele sistema laboral (6). O confronto só acabará quando se operar a integração do elemento formal no elemento material da realidade económica.

Regressamos, assim, ao ponto de partida: a riqueza é o produto do capital informado pelo trabalho. A sua distribuição, portanto, tem de passar por estes dois factores e contemplar todos os agentes económicos envolvidos no ciclo da sua produção.
"As coisas são de quem nelas trabalha", tornou-se num estribilho que não é invulgar ouvir no grémio socialista. Esta ideia constitui mesmo um dos pilares da sua doutrina. É uma sentença que encerra alguma verdade. Porém, tal como está enunciada, deixa a impressão de que só quem trabalha é dono das coisas que trazem a marca do seu esforço activo.

De qualquer modo, a frase citada é frequentemente proferida. Bastante defeituosamente, mas é. Ao menos, seria razoável esperar uma atitude de coerência por parte dos seus autores. Mas nem isso acontece. Quando a gente conta que eles surjam a censurar as mais-valias, repudiem heranças, recusem doações, enfim, virem costas a todo o tipo de liberalidades, é vê-los cada vez mais sôfregos de bens que não derivam de trabalho por eles realizado. Agarram-se gulosamente à riqueza que vai ter com eles e para cuja produção não mexeram um dedo; e negam-se a repartir lucros por todos quantos interferem na génese dos proventos que lhes tocam. Impávidos na teoria económica que soltam das suas bocas enganosas, não vêem consequências de maior por afirmar que as coisas são de quem nelas trabalha, pois, nisto de dividir, o quociente nem sempre é o mesmo --- quando chega a altura só os privilegiados aparecem no divisor.
Não lhes chamemos poços de ganância. É uma injustiça! Eles são os novos franciscanos. Não estão famintos de dinheiro: o que têm é que os seus hábitos de vida traduzem um estilo novo de entender a grandiosa ascese escondida na regra humilde do poverello de Assis.
Por banda do capitalismo, assiste-se ao culto da liberdade de mercado. Mas a liberdade, de que falam, é a que permite o triunfo saído de um jogo de forças, que se chocam dentro do maior relativismo de valores e em condições muito próximas, pela sua correspondência e pelo que têm de equivalente, às vividas na lei da selva.

Os descamisados, que o liberalismo económico gera, vão engrossando as fileiras do exército de reserva industrial, um dos pontos de apoio da estratégia marxista que, naqueles deserdados da fortuna, cheios de revolta tantas vezes justa, descobriu uma força difícil de parar, da qual se serviu para a concretização dos seus propósitos.
Uns e outros --- socialistas e capitalistas --- idolatram, com o mesmo fervor, o metal luzente. No socialismo, temos um regime penitenciário, onde, debaixo da ameaça do chicote, se anda por caminhos previamente definidos e só por aí. O capitalismo, aparentemente, dá outra soltura até que o assalariado percebe que tem de aceitar as condições de trabalho oferecidas, sob pena de nem isso conseguir e morrer à míngua de sustento. A sujeição é de diferente espécie, mas é do mesmo grau --- viola brutalmente os direitos da pessoa humana.

Desenganemo-nos: só se avançará na justiça social com o regresso à ordem tradicional, porque é a única que está de acordo com a natureza das coisas!


Joaquim Maria Cymbron
________________________________
S.Tomás de Aquino --- Summa Theologica I, q. 44, a. 4.
Karl Marx --- O Capital, I, Delfos, 7.ª ed., p. 21.
Ib.
Op.cit., p. 103.
Ib.
Karl Marx: «As leis das corporações da Idade Média impediam metodicamente a transformação do mestre em capitalista, limitando por éditos rigorosos o emprego de artífices que não pertencessem ao seu ofício. A corporação guardava-se igualmente com um zelo ciumento de toda a incursão do capital comercial (...). O comerciante só era suportado a título de retalhista, podia comprar todo o tipo de mercadoria, exceptuando o trabalho. Quando circunstâncias exteriores necessitavam de uma progressiva divisão do trabalho, as corporações existentes subdividiam-se (...) ou então formavam-se novas corporações ao lado das antigas, sem que ofícios diferentes fossem reunidos na mesma oficina. A organização corporativa excluía portanto a divisão manufactureira do trabalho, embora desenvolvesse as suas condições de existência, isolando e aperfeiçoando os ofícios. Em geral, o operário e os seus meios de produção ficavam soldados um ao outro como o caracol à sua casca.» (Op.cit., p.225). Mais adiante, lê-se: «(...) o aparecimento do capitalista apresenta-se como resultado de uma luta vitoriosa contra o poder senhorial com as suas prerrogativas revoltantes, e contra o regime corporativo com os entraves que punha ao livre desenvolvimento da produção e à livre exploração do homem pelo homem.» (Ib., p.443). Continuando, diz aquele autor: «A classe assalariada, que surgiu na última metade do século XIV não formava então, como no século seguinte, mais do que uma pequena parte da população. A sua posição estava fortemente protegida, nos campos, pelos camponeses independentes, na cidade pelo regime corporativo dos ofícios. (...). Uma grande parte do produto nacional, transformada mais tarde em fundo de acumulação capitalista, entrava ainda então no fundo de consumo do trabalhador.» (Ib., p.459). Já no ano de 1848, Marx anunciara que os proletários «tentam recuperar pela força a posição perdida do artesão da Idade Média.» (MANIFESTO DO PARTIDO COMUNISTA, Publicações Nova Aurora, Lisboa, 1976, p.53). Posteriormente, o seu indefectível amigo e companheiro na fundação do socialismo científico, vem depor como segue: «A indústria do artesanato medieval, local e corporativo, impossibilitava a existência de grandes capitalistas e de operários assalariados por toda a vida, tal como os cria, necessariamente, a grande indústria moderna, o actual desenvolvimento do crédito e a evolução correspondente das formas de troca, a saber: a livre concorrência.» (ANTI-DÜHRING, Edições Afrodite, 2.ª ed., p.185).

JMC

PUBLICADA POR JOAQUIM M.ª CYMBRON

14 de abril de 2011

Apresentação de um camarada

Prezados amigos e leitores.

Estimados companheiros de luta.

Agradeço o convite do Manuel Rezende e a companhia dos autores deste blogue. Será um magno gosto contribuir para a discussão e projecção de tão elevada doutrina.

A tentação dos iniciados é começar por grandes temas subjazendo-os a uma lógica - quase metafísica - e desprezando os acontecimentos, a realidade material mais pequenina, considerando-a imerecedora de atenção intelectual. Mas ambos são necessários para que da nossa árvore nasça um fruto que as gentes possam, de facto, degustar proveitosamente.

Por fim, deixo-vos a ligação para um dos textos fundamentais da Humanidade e a partir do qual se pensou o Distributismo:

Encíclica Rerum Novarum (em português):
http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum_po.html


Phillip Blond: "Precisamos de uma economia católica."

Cartago e a Adoração do Dinheiro

Why do men entertain this queer idea that what is sordid must always overthrow what is magnanimous; that there is some dim connection between brains and brutality, or that it does not matter if a man is dull so long as he is also mean? Why do they vaguely think of all chivalry as sentiment and all sentiment as weakness? They do it because they are, like all men, primarily inspired by religion. For them, as for all men the first fact is their notion of the nature of things; their idea about what world they are living in.
And it is their faith that the only ultimate thing is fear and therefore that the very heart of the world is evil. They believe that death is stronger than life, and therefore dead things must be stronger than living things; whether those dead things are gold and iron and machinery or rocks and rivers and forces of nature.
It may sound fanciful to say that men we meet at tea table es or talk to at garden-parties are secretly worshippers of Baal or Moloch. But this sort of commercial mind has its own cosmic vision and it is the vision of Carthage. It has in it the brutal blunder that was the ruin of Carthage. The Punic power fell, because there is in this materialism a mad indifference to real thought. By disbelieving in the soul, it comes to disbelieving in the mind. Being too practical to be moral it denies what every practical soldier calls the moral of an army.
It fancies that money will fight when men will no longer fight. So it was with the Punic merchant princes. Their religion was a religion of despair, even when their practical fortunes were hopeful. How could they understand that the Romans could hope even when their fortunes were hope less? Their religion was a religion of force and fear; how could they understand that men can still despise fear even when they submit to force? Their philosophy of the world had weariness in its very heart; above all they were weary of warfare; how should they understand those who still wage war even when they are weary of it? In a word, how should they understand the mind of Man, who had so long bowed down before mindless things, money and brute force and gods who had the hearts of beasts?
They awoke suddenly to the news that the embers they had disdained too much even to tread out were again breaking everywhere into flames; that Hasdrubal was defeated, that Hannibal was outnumbered, that Scipio had carried the war into Spain; that he had carried it into Africa. Before the very gates of the golden city Hannibal fought his last fight for it and lost;
and Carthage fell as nothing has fallen since Satan.
The name of the New City remains only as a name. There is no stone of it left upon the sand.

The Everlasting Man, G.K. Chesterton

13 de abril de 2011

Sexo, Propriedade, Marxismo, Capitalismo. -- por GK Chesterton

Na linguagem torpe, insonsa, desarticulada e desconcertada a que muita da discussão moderna se acha reduzida, é imperativo afirmar que vemos em voga aquela mesma falácia que é aplicada aos tópicos do sexo e da propriedade. Naquela linguagem mais arcaica e desinibida na qual os homens podiam falar e cantar, parece mais cândido se afirmar que o mesmo espírito ruim se precipita contra as duas grandes bênçãos que nos presenteiam com a poesia da vida: o amor pela mulher e o amor pela terra. É importante observar, de início, que ambas estas coisas estavam intimamente associadas desde que a humanidade é humana - e até quando era pagã. Deveras, estavam estreitamente associadas, mesmo quando se tratava da mais decadente macumbaria. Porém, nem tanto a pestilência dum paganismo decadente fôra tão má como o odor de um cristianismo decadente. Assim é a decadência do que há de mais puro!

Havia, por exemplo, durante toda a Antiguidade, nos seus momentos primeiros e últimos, formas de idolatria e iconolatria das quais os homens cristãos dificilmente eram capazes de relatar: "Que não sejam [esses pagãos] sequer contados entre vós!". Os homens se perdiam na simples sexualidade duma mitologia do sexo; organizavam a prostituição como um sacerdócio, para o serviço dos seus templos; fizeram da pornografia a sua única lírica; parodiaram emblemas que quase tornavam a sua arquitectura numa espécie de frio e colossal exibicionismo. Muitos livros eruditos foram redigidos em todas estas seitas fálicas; e bem podeis prescrutar os seus detalhes, que pouco me importa. Mas o que me interessa é isto: que de certa fora, todo este pecado antigo era infinda e imesuravelmente mais nobre que o pecado moderno. Todos seus estudiosos concordam pelo menos num ponto: de que era o culto da fertilidade. Era, infelizmente, comummente aglotinada com o culto da fertilidade da terra. Porém, estava, pelo menos, do lado da natureza. Estava - concedamos - do lado da vida. Fôra deixado para os derradeiros cristãos, ou melhor, para os primeiros cristãos inteiramente comprometidos a blasfemar e a renegar o cristianismo, a invenção uma nova forma de veneração do sexo, que nem chega a ser uma veneração da vida. Foi incumbido aos derradeiríssimos modernistas proclamar uma religião erótica que, duma vez só, exalta a luxúria, mas proíbe a fertilidade. O novo paganismo merece literalmente a desfeita de Swinburne, no seu luto pelo velho paganismo, pois "não eleva o dote requintado e não estende já o banquete paternal". Os novos sacerdotes abolem a paternidade e guardam o banquete para si mesmos. São piores que os pagãos de Swinburne. Os sacerdotes de Príapo e Cotito mais facilmente alcançam o Reino dos Céus que aqueles.

É natural que esta separação desnaturada entre o sexo e a fertilidade que até mesmo os pagãos teriam por perversão se tenha feito acompanhar com uma separação e uma perversão semelhantes da natureza do amor à terra. Em ambos os contextos a falácia é a mesma; de que é muito verosímil a sua defesa. A razão por que os nossos compatriotas contemporâneos não compreendem quando lhes dizemos que o que entendemos por 'propriedade' é a de que eles apenas a têm por dinheiro; no sentido de 'salário'; no sentido de algo que é imediatamente consumido, gozado e gasto; algo que lhes confere prazer momentâneo e desaparece. Não compreendem o que entendemos por 'propriedade' algo que inclui esse prazer, por incidência; mas que começa e finda com algo mais exímio e digno e criativo. O homem que planta um pomar onde havia outrora um mato e decide quem o há-de herdar, também aprecia o sabor de maçãs; e, esperemos nós, também o sabor da cidra. Porém, ele faz algo de muito mais gratificante que tão-somente comer uma maçã. Ele impõe a sua vontade no mundo segundo o regulamento que foi dado pela vontade de Deus; ele afirma que a sua alma a si lhe pertence e não ao Departamento de Inspecção da Pomicultura, ou o Monopólio do Comércio da Maçã. Mas ele também faz algo que estava implícito em todas as religiões antigas da terra; naqueles grandes panoramas rurais e rituais que seguiam a sucessão sazonal na China e na Babilónia; ele venera a fertilidade do mundo. Agora a noção de reduzir a propriedade ao mero fruir do dinheiro é idêntica à noção de reduzir o amor ao simples gozo do sexo. Em ambos os casos, um prazer acidental, isolado, servil e até secreto é preterido a uma participação no grande processo criativo; até mesmo na grande criação do mundo.

E diga-se que duas coisas podem ser observadas lado a lado no sistema da Rússia bolchevique, porque o comunismo é o único modelo cabal e lógico do capitalismo. A primeira, já se admitiu, é a de todo o sistema se direccionava para o encorajamento ou coação do trabalhador para o gastar do seu salário; para que nada houvesse a pagar no seguinte fim de mês; para que de tudo gozasse e tudo consumisse e nada desperdiçasse; em suma, para que se aterrorizasse com a ideia de cometer um só crime em particular: o crime de economizar. Fôra uma extravagância domesticável; uma negligência disciplinada; uma prodigalidade humilde e submissa. No tempo em que o escravo cessava de esbanjar todo o seu ganho, em que começou a esconder e armazenar alguma propriedade, ele começava a economizar algo que, em última instância, compraria a sua liberdade. Poderia começar a contar como alguém perante o Estado; isto é, ele poderia tornar-se menos escravo e em algo mais parecido com um cidadão. Moralmente considerado, nada houve de mais daninho que esta generosidade bolchevique.

Mas que fique entendido que é o mesmo espírito e tom que grassa na forma com que se vem a lidar com a outra questão. O sexo é para ser apreendido pelo escravo apenas como gozo, para que nunca lhe confira poder. É imperativo que ele saiba o menos possível, ou que pelo menos pense o mínimo que seja capaz sobre o prazer, senão outra coisa que não o ser um gozo; de pensar ou saber de nada sobre donde vem ou para onde vai, desde o momento em que a ferramenta de lavoura lhe passa pelas próprias mãos. Ele não deve incomodar ninguém ao questionar sobre a sua origem dentro do propósito de Deus ou das suas sequelas na posteridade do homem. Em todo e qualquer contexto, ele não se deve afirmar um proprietário, mas apenas um consumidor; ainda que seja um consumidor dos elementos mais primários, como a vida e fogo, no quanto estes são consumíveis, pois ele não deve ter uma qualquer noção da Sarça Ardente, essa que arde e não é consumida. Pois tal sarça só cresce do solo, na terra real que os seres humanos podem apropriar; e o lugar onde eles se encontram de pé é terra santa.

E assim, há uma paralelo exacto entre as duas ideias modernas - sejam morais ou imorais - do que entende por reforma social. O mundo esqueceu-se simultaneamente que a criação de uma quinta é algo de muito maior que a criação de lucro, ou até de um produto, no sentido da apreciação do açúcar de plantio; e que a fundação duma família é algo muito maior que o sexo, como se vê limitado na acepção que vemos na literatura contemporânea; que foi reatada numa só pincelada através de um só verso de George Meredith: "E comamos o nosso pote de mel no sepulcro".

(Trad. do bloguer)

11 de abril de 2011

Subsidiaridade

Normalmente o Estado deve tomar sobre si a protecção e a direcção superior da economia nacional pela defesa externa, pela paz pública, pela administração da justiça, pela criação das condições económicas e sociais da produção, pela assistência técnica e o desenvolvimento da instrução, pela manutenção de todos os serviços que são auxiliares da actividade económica, pela correcção dos defeitos que por vezes resultam do livre jogo das actividades privadas, como é o da desigual distribuição da população e duma inconveniente estrutura da propriedade rural, pela especial protecção das classes menos favorecidas, pela assistência, quando não pode conseguir-se, mediante a acção das instituições privadas, a conveniente satisfação das necessidades humanas. Infelizmente, do livre jogo das actividades particulares nem sempre resulta a justiça, nem a administrada é sempre satisfatória perante a inferioridade económica de muitos indivíduos. Eis porque essa mesma aspiração do justo nas relações sociais nos deve levar a proteger os fracos dos possíveis abusos dos fortes e os pobres do excesso da sua pobreza. Na função educativa que deve ser dada a este moderado intervencionismo, o progresso, porém, não está em o Estado alargar as suas funções, despojando os particulares, mas o Estado poder abandonar qualquer campo de actividade por nele ser suficiente a iniciativa privada.

10 de abril de 2011

A Ira do Assalariado

So it has been with the wage-worker. So long as most citizens owned land and instruments and house-room, and the rest, then it was a natural contract for one man to take wages from another. The wage worker might himself be an owner, adding to his income for the moment by a particular bit of work; or if he saved on his wages he could become an owner. The number of wage-workers working for one particular man was small. The relations between the citizen who paid the wage and the citizen who earned it was personal and human. But when, under the action of competition and the use of expensive and centralized machines, and rapid communication, you had thousands and thousands of men working at a wage under one paymaster or corporation, things were utterly changed—and that is where we stand today. Our industrial society has become divided into a very large body which lives wholly, or almost wholly, on wages, that is on food, clothing, and housing doled out to it at short intervals by a much smaller number of paymasters, who control capital: that is, stores and reserves of land, housing, clothing and food.

The human relation has disappeared, you have the naked contrast between an employing class exploiting a vastly larger employed class for profit. The interests of the two are directly hostile. The wage-worker is the enemy of the paymaster. It is the business of the paymaster to give the wage earner as little as possible, and to make him work as hard as possible for that little. It is the business of the wage-worker to work, and therefore to produce, as little as possible for as much as he can get out of the paymaster. The whole scheme of wealth production becomes irrational and topsy-turvy. The paymasters, who direct, do not aim at wealth production—which serves us all—but at their own profit. The wage-worker does not aim at wealth production by his work, but on the contrary, at working as little as possible for the largest pay.

Meanwhile, every sort of social abomination arises from this evil root. There is the spiritual abomination of what is called “Class Hatred.” The oppressed hating the oppressor. There is the corresponding spiritual abomination of contempt, injustice, and falsehood. The secure oppressor despises the wage-earner, does him the injustice of using his labor without thought if the wage-earner’s advantage or of the community, and he tells a falsehood that was a truth at the beginning of the affair but is now a lie: he says that all this is based on free contract and is therefore rightly enforced by the courts of law and the armed services of the community.

Excerto de The Wage Worker, por Hilaire Belloc