7 de novembro de 2013

O Estado Confessional e a Monarquia Constitucional

Quando a propaganda Republicana afirma que a Monarquia Constitucional falhou em separar a Igreja e o Estado, fala com rara, quase inédita, razão. Infelizmente para eles, essa razão não caminha no sentido que eles pretendem. 
 A encíclica "Rerum Novarum", que dá corpo à Doutrina Social da Igreja, foi entregue pelo Papa Leão XIII à comunidade católica em 1891. O governo português, que de toda a herança dos tempos do Absolutismo manteve, oportunamente, o beneplácito régio (antigo costume jurídico que fazia depender de autorização régia a publicação e circulação de documentos pontifícios em Portugal), optou por reter o beneplácito necessário à publicação do documento até depois de 1892. O conteúdo de interesse social desse documento revolucionário, especialmente na sua atenção ao direito de associação dos trabalhadores, opunha-se à doutrina liberal e aos interesses económicos dos poderes que sustentavam o regime constitucional. 
 Da mesma maneira, em 1884, é lançada a "Humanes Genus" pelo mesmo Papa, contra as sociedades secretas, resolvendo o governo da Monarquia "Fidelíssima" não permitir a sua circulação de todo, admoestando aqueles que a divulgassem, como aconteceu com D. Tomaz Gomes de Almeida, bispo da Guarda. Era este o Estado Confessional deposto em 1910. Não admira pois que a maioria do País Católico não tivesse levantado uma palha em prol da defunta e decadente Monarquia do trapo azul e branco. A República seria um Inimigo, mas um inimigo visível e de intenções claras e sobejamente conhecidas. Não valia a pena, de todo, para a hierarquia da Igreja Católica gastar energias a trocar este novo obstáculo pelo cancro parasitário da Monarquia Constitucional.

26 de março de 2013

Acerca do salário justo

As recentes declarações públicas do Primeiro-Ministro Passos Coelho, do seu conselheiro económico António Borges e de Belmiro de Azevedo, as dos dois primeiros defendendo a necessidade de se manter o salário mínimo no seu actual patamar (na certeza de que o ideal até seria reduzi-lo) e a do terceiro não vislumbrando qualquer espécie de problema numa economia assente na mão-de-obra barata, não podem estar mais afastadas do ideal social cristão. De facto, tais declarações, propugnando políticas que reduzem com perversidade o trabalho a um mero factor de produção, que promovem o seu esmagamento em benefício do capital e que propõem a concomitante transferência de rendimentos das classes popular e média para a classe plutocrática, contrariam em absoluto a doutrina católica tradicional sobre esta matéria.
 

Ora, tendo sempre bem presente que na mesma doutrina católica tradicional o não pagamento do salário justo ao trabalhador é um dos quatro pecados de bradar ao Céu (verdade tão esquecida, como tantas outras, num país onde a maior parte da população se continua a declarar nominalmente católica, mas que ignora quase tudo acerca da religião que diz professar), convém recordar qual seja esse conceito de salário justo nas palavras sábias que abaixo se transcrevem do Padre Júlio Meinvielle, notável estudioso desta temática, com vista a uma profunda reflexão da corrente situação nacional.

***

Ante todo, hay que recordar que el derecho del obrero al justo salario es uno de los derechos más sagrados. Oíd cómo habla el apóstol Santiago (V. 1-6):

"Ea -dice- ricos, llorad, levantad el grito en vista de las desdichas que han de sobreveniros".

2. Podridos están vuestros bienes y vuestras ropas han sido roídas de la polilla.

3. El oro y vuestra plata se han enmohecido; y el orín de estos metales dará testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como un fuego. Os habéis atesorado ira para los últimos días.

4. Sabed que el jornal que no pagásteis a los trabajadores que segaron vuestras mieses está clamando contra vosotros, y el clamor de ellos ha penetrado los oídos del Señor de los ejércitos.

5. Vosotros habéis vivido en delicias y en banquetes sobre la tierra, y os habéis cebado a vosotros mismos como las víctimas que se preparan para el día del sacrificio.

6. Vosotros habéis condenado al inocente, y le habéis muerto sin que os haya hecho resistencia alguna".

Así hablaban los apóstoles condenando la explotación del pobre; nadie se extrañe pues, de oír palabras de dura condenación para el monstruo capitalista que se ha emborrachado y se emborracha con el sudor del jornalero.

¿Qué se entiende por justo salario debido al obrero, o mejor: ¿cuál es el salario mínimo cuyo límite no se puede en ningún caso rebajar sin cometer una flagrante injusticia? 

León XIII y Pío XI han determinado la cuestión en forma tan acabada, que no permite enunciar nada nuevo al respecto.

El trabajo -sobre todo en el obrero y empleado- es el ejercicio de la propia actividad enderezado a la adquisición de aquellas cosas necesarias para los varios usos de la vida, y principalmente para la propia conservación.

El hombre que emplea su trabajo vive de su trabajo: tiene derecho a una existencia humana, digo más: tiene derecho a una existencia humana y cristiana. No se le puede utilizar como una máquina o como una mercancía o como un burro de carga o simplemente como un animal elegante. Por tanto, si trabaja, esto es: si emplea sus fuerzas en lo de otro hombre, tiene derecho a que éste le proporcione los recursos necesarios para una vida humana, digna del hombre. 

Una vida humana: por tanto, lo necesario al menos para el sustento propio de un obrero frugal y de buenas costumbres (León XIII) y la de su familia (Pío XI). Porque es humano, esto es: propio del hombre, vivir él y vivir en familia con la mujer y con los hijos. El salario familiar absoluto se le debe a todo trabajador. El jefe de familia es una sola cosa, un solo ser con su esposa y con sus hijos. A él incumbe sustentarlos. Mientras la mujer y los hijos tengan hambre, es el padre quien sufre y siente el hambre. Por esto dice S. S. Pío XI: "es un crimen abusar de la edad infantil y de la debilidad de la mujer; es gravísimo abuso que la madre (lo mismo dígase de la niñez que vaga en la venta callejera) se vea obligada a ejercitar un arte lucrativo, dejando abandonados en casa sus peculiares cuidados y quehaceres, y sobre todo la educación de los hijos pequeños".

Obsérvese que el salario familiar, como salario mínimo, se le debe a todo obrero, aunque sea soltero, porque es el salario humano, que se le debe como a hombre. Si no se casa, es asunto que sólo a él le interesa. El empresario le debe el salario humano, que es, al menos, el salario familiar.

Una vida humana: pero no es vida humana la que no tiene más que lo estrictamente necesario para el sustento de cada día, la que no puede ahorrar en previsión del mañana. Luego el justo salario reclama algo más de lo estrictamente necesario para el sustento diario de la familia. De aquí que Pío XI diga que "ayuda mucho al bien común que los obreros y empleados lleguen a reunir poco a poco un modesto capital mediante el ahorro de alguna parte de su salario, después de cubiertos los gastos necesarios".

En el mínimo salario justo se incluye además un tratamiento humano y cristiano. Tratamiento humano: "y por esto débese procurar que el trabajo de cada día no se extienda a más horas de las que permiten las fuerzas. Cuánto tiempo haya de durar este descanso, se deberá determinar teniendo en cuenta las distintas especies de trabajos, las circunstancias de tiempo y de lugar y la salud de los obreros mismos". (León XIII).

Tratamiento humano: por esto entiendo que se ha de reprobar la división de trabajo impuesta por la "taylorización". No es tolerable que el hombre se someta a la repetición maquinal, automática, de un mismo gesto, sin iniciativa propia. El hombre no es, como se imaginaba y decía Taylor, un hombre buey. Tiene derecho a la nobleza humana.

Tratamiento, además de humano, cristiano. Porque como el obrero ha sido rescatado por Cristo, y es amado por Cristo de modo especial, ya que también El fué obrero, tiene derecho a que se le considere como cristiano y se le den las facilidades para que cumpla con sus deberes religiosos y santifique los días del Señor.

El salario mínimo explicado no se le puede negar por ningún motivo y en ningún caso, aunque su negación la autorizase la legislación civil. "Si acaeciese alguna vez -dice León XIII- que el obrero obliga- do de la necesidad o movido del miedo de un mal mayor, aceptase una condición más dura, que contra su voluntad tuviera que aceptar por imponérsela absolutamente el amo o el contratista, sería eso hacerle violencia, y contra la violencia reclama la justicia". (León XIII). No faltan ahora, con la desocupación, quienes explotan la poca demanda de brazos para remunerar injustamente el trabajo del operario. Abuso pernicioso. Si una empresa no tiene recursos para pagar el salario debido, tampoco puede exigirle un trabajo ordinario. Sólo le puede exigir el trabajo que le remunera. Si disminuye el salario debajo de lo justo, disminuya en igual proporción la cantidad de trabajo.

Hasta aquí hemos tratado de determinar rápidamente el salario mínimo, cuyo límite no se podrá rebajar sin una funesta violación de la estricta justicia.

¿Se contentará con esto un empresario? De ningún modo. Como lo dice el Código de la Unión Internacional de Estudios Sociales de Malinas: "El salario mínimo no agota las exigencias de la justicia. Por encima del mínimum, diversas causas principales importan, sea por justicia, sea por equidad, una mejora. Así, p. ej. una producción más abundante o la prosperidad más o menos grande de la empresa, exigen un aumento en el salario. Además que ha de existir una jerarquía en los salarios, según la función económica que se desempeñe. No es justo que el trabajo del picapedrero sea igualmente remunerado que el del electrotécnico".
Padre Júlio Meinvielle, in "Concepción Católica de la Economía", Buenos Aires, Cursos de Cultura Católica, 1936 - páginas 29 a 31.

23 de dezembro de 2012

Agricultura urbana auto-suficiente


O vídeo supra é uma excelente síntese do espírito distributista: pequena/média propriedade privada + livre iniciativa individual genuína = liberdade autêntica.

27 de outubro de 2012

Os Inimigos da Família


But there is, curiously enough, a third thing of the kind, which I am really inclined to think that I dislike even more than the other two. It is not the Communist attacking the family or the Capitalist betraying the family; it is the vast and very astonishing vision of the Hitlerite defending the family. Hitler's way of defending the independence of the family is to make every family dependent on him and his semi-Socialist State; and to preserve the authority of parents by authoritatively telling all the parents what to do. 
 His notion of keeping sacred the dignity of domestic life is to issue peremptory orders that the grandfather is to get up at five in the morning and do dumb-bell exercises, or the grand mother to march twenty miles to a camp to procure a Swastika flag. In other words, he appears to interfere with family life more even than the Bolshevists do; and to do it in the name of the sacredness of the family. It is not much more encouraging than the other two social manifestations; but at least it is more entertaining. 

THREE FOES OF THE FAMILY, GK Chesterton.

14 de setembro de 2012

Passos Coelho é incompatível com os valores cristãos

Concordo com as linhas essenciais, sem prejuízo de preferir pessoalmente a monarquia católica à democracia cristã.



2 de julho de 2012

"A Canticle for Leibowitz", de Walter M. Miller, Jr.


Publicado originalmente no ano de 1960 e desde então objecto de sucessivas reedições, “A Canticle for Leibowitz”, da autoria de Walter M. Miller, Jr. é um livro que surpreende muitíssimo pela positiva o leitor: dividido em três histórias distintas mas interligadas - “Fiat Homo”, “Fiat Lux” e “Fiat Voluntas Tua” -, ambientadas em três épocas diferentes (respectivamente nos anos de 2560, 3174 e 3781 depois de Cristo), a sua trama decorre num mundo pós-guerra atómica ocorrida em finais dos anos 60 do século XX, tendo por centro de acção uma abadia da imaginária Ordem de São Leibowitz, localizada no que é hoje o deserto do Utah, cujos respectivos monges se dedicam à preservação de todo o conhecimento científico existente previamente à catástrofe atómica com a finalidade de salvaguardá-lo para as gerações vindouras, tudo num ambiente de profunda e rigorosa ortodoxia católica muito semelhante ao dos actuais mosteiros beneditinos tradicionalistas.
“A Canticle for Leibowitz”, muito mais do que um simples livro de ficção científica, categoria em que habitualmente é enquadrado, é uma autêntica metáfora do papel civilizador da Igreja Católica no decurso da História, muito em especial nas épocas de barbárie, sejam estas de barbárie em sentido estrito ou em sentido mais lato decorrente da decadência moral do género humano.
Em “Fiat Homo”, ambientada no ano de 2560, o mundo retroagiu a um estado próximo ao que já viveu durante os anos de 600 a 1000 da nossa era. A sofisticada civilização material do século XX desvaneceu-se por completo. Hordas de perigosos nómadas primitivos e ignorantes devastam a maior parte do que foi outrora o território dos Estados Unidos da América. Numa abadia católica do deserto do Utah, os monges da Ordem de São Leibowitz (São Leibowitz ou Isaac Edward Leibowitz, engenheiro electrotécnico judeu que no último quartel do século XX, já depois da guerra atómica, se converteu ao Catolicismo, que dedicou o resto da sua vida à missão que viria a ser também a da ordem de que foi fundador - a salvaguarda de todo o conhecimento científico - e que morreu martirizado) mantêm aceso o farol da civilização no meio das trevas em que o mundo mergulhou.
Em “Fiat Lux”, passada no ano de 3174, o mundo ascendeu a um nível civilizacional idêntico ao dos anos de 1600 a 1800. Na Abadia de São Leibowitz, o seu abade trava intenso debate com um cientista, representante de um mundo onde o secularismo recomeça as suas razias, que sustenta a incompatibilidade entre a fé e a razão, entre a fé e o conhecimento científico, conseguindo contradizê-lo e refutá-lo por completo. Entretanto, a mesma abadia é o primeiro edifício em doze séculos a ter iluminação eléctrica…
Por fim, em “Fiat Voluntas Tua”, decorrida no ano de 3781, o mundo encontra-se novamente num zénite civilizacional. A humanidade reiniciou as viagens espaciais (actividade estudada na Abadia de São Leibowitz) e existem colónias humanas instaladas noutros planetas habitáveis; porém, o perigo da ocorrência de outra guerra atómica, num planeta Terra dividido em dois grandes blocos geopolíticos em constante escalada belicista, é enorme. Nesta conjuntura, o último abade da Abadia de São Leibowitz, em face do trágico desenrolar dos acontecimentos e dos dilemas por estes colocados, vê-se forçado a confrontar amargamente um médico, funcionário público de um Estado totalmente irreligioso, em defesa de vida humana e contra aquilo a que hoje chamamos de “cultura da morte”. Esta última história é sem dúvida a melhor e a mais emocionante das três que compõem “A Canticle for Leibowitz”, aquela que mais apela à consciência do leitor contemporâneo, nela impressionando o modo como logo em 1960 Walter M. Miller, Jr., de resto autor de vasta cultura católica, anteviu e figurou a tendência niilista anticristã que se afirmaria nas sociedades ocidentais nas décadas seguintes.
Por todo o exposto, “A Canticle for Leibowitz” é leitura que se recomenda vivamente, ideal para ser feita nos dias de férias de Verão que se aproximam. Sublinhe-se que este livro está traduzido para português sob o título “Um Cântico a Leibowitz”, tendo em Portugal sido alvo de uma primeira tradução na extinta “Colecção Argonauta”, encontrando-se presentemente disponível no mercado em edição da responsabilidade da “Europa-América”.

1 de julho de 2012

"A Viagem do Centurião", de Ernest Psichari


Se é certo que um grande livro pode ser sempre lido em qualquer altura da vida, não é menos certo que em relação a muitos deles há momentos ideais para fazê-lo. Nestes segundos inclui-se um título como “A Viagem do Centurião”, de Ernest Psichari. Terminei há não muito a sua leitura e fiquei com a tremenda sensação de tê-lo feito com mais de um quarto de século de atraso. Pensei: eis aqui um livro que deveria ter lido entre os dezoito e os vinte e poucos anos, durante as despreocupadas férias de Verão que então gozava anualmente algures no sudoeste alentejano. Supri a falta agora. Valeu a pena. Até nestes pequenos detalhes a minha geração e a que se lhe seguiu foram vítimas da desaparição da cultura de matriz estruturalmente católica que, ao menos no seio da Igreja e entre os seus fiéis, existiu até ao termo do Concílio Vaticano II.

“A Viagem do Centurião” é de facto um grande e notável livro, narrando a história de um oficial do exército colonial francês - Maxence, “alter ego” de Psichari - e do seu percurso espiritual, feito eminentemente durante a sua longa comissão de serviço militar no deserto da Mauritânia (local onde aparentemente existia apenas silêncio e solidão…), percurso que o leva da indiferença até à firme convicção religiosa católica. Foi obra que teve poderosa influência na geração católica de entre-guerras, em especial em França, marcando figuras tão diversas como Maritain (o Maritain de “Theonas” e “Antimoderne”, por suposto), Henri Massis ou George Bernanos, entre muitos outros. Em Portugal, membros de primeira importância da intelectualidade católica como João Ameal ou o Padre Moreira das Neves não escondiam a sua admiração pela “Viagem” e por Psichari.

Abaixo deixo um trecho deste belíssimo livro (os destaques são meus), retirado do capítulo intitulado “A finibus terrae ad Te clamavi”, bem exemplificativo do alto grau de espiritualidade do seu autor.

***


Mais le troisième cercle fut le Tiris, avec la faim, l’extrême pauvreté, l’immense abandon. Maxence s’éloignait de la terre. Sa vie ralentie n’avait plus qu’une faible pulsation. Et dejà plus rien d’humain ne restait en lui, qui s’avançait dans le rêve sans fin de la lumière surnaturelle. Parfois, se ressaisissant, il disait, les poings sous le menton : « Voyons, où en sommes-nous ?... Réfléchissons… » Mais les poings retombaient, et la voix intérieure disait : « Plus tard… Maintenant, laissons agir le silence, qui est le maître… » Et vraiment qu’étaient les épreuves et tous les cercles de la douleur, en regard de ce bien immense qu’il possédait ?... Malheur à ceux qui n’ont pas connu le silence ! Le silence est un peu de ciel que descende vers l’homme. Il vient de si loin qu’on ne sait pas, il vient des grands espaces interstellaires, des parages sans remous de la lune froide. Il vient de derrière les espaces, de par delà les temps - d’avant que furent les mondes et de là où les mondes ne sont plus. Que le silence est beau !... C’est une grande plaine d’Afrique, où l’aigre vent tournoie. C’est l’océan Indien, la nuit, sous les étoiles… Maxence les connaissait bien, ces vastes espaces semblables aux fleuves sans bords du Paradis. Et cette grande descente, au fil du temps, quand d’abord le silence clôt les lèvres, et puis pénètre jusqu’à la division de l’âme, dans les régions inaccessibles où Dieu repose en nous. Et quand il sortait de cette retraite, comme le solitaire quitte sa cabane pour admirer l’ouvrage de création, déjà c’était pour dire : Tout Vous confirme, ò Père céleste. Il n’est point une heure, si sombre qu’elle soit, où Vous ne soyez présent, il n’est point une épreuve qui ne soit une preuve de Vous. Que je meure de soif dans ce désert, et je dirai encore que ce jour est béni - car je Vous ai vu présent dans votre justice comme je Vous ai vu présent dans votre miséricorde, et je n’ai pas préoccupation des apparences, qui sont la soif et la faim et la fatigue, mais de Vous, qui êtes la réalité. O mon Dieu, aidez-moi à marcher sur la route où Vous-même m’avez engagé, vous souvenant de la Parole de votre Fils qui a dit : « Ce n’est pas vous qui M’avez choisi, mais c’est Moi qui vous ai choisi. »

Ernest Psichari, in « Le Voyage du Centurion», Paris, Louis Conard, 1936, páginas 148 a 150.

Foto superior: Psichari no deserto da Mauritânia.

31 de maio de 2012

La cuestión social


Fuente: Alférez, G. Historia del Carlismo. Actas. Madrid, 1995. 


Sobre la cuestión social se dice que es “grave problema que hoy agita al mundo y mantiene en inquietud los ánimos y en desorden los pueblos. Antigua y siempre pavorosa, el mundo pagano la resolvió con la esclavitud de la fuerza, y el cristianismo con la esclavitud del amor. La fuerza impuso el trabajo como el amor la caridad, y la Revolución, volviendo a la tiranía por la libertad sin fronteras, proscribiendo la caridad y la fe, ha engendrado el pauperismo que es la esclavitud del alma y del cuerpo. El trabajo se ha convertido en tiranía y el hombre en máquina.- Queremos protestar y redimirlo llevando a la legislación las enseñanzas de la más admirable encíclica de León XIII; aspiramos a que el patrono y el obrero se unan íntimamente por relaciones morales y jurídicas anteriores y superiores a la dura ley de la oferta y la demanda, única regla con que la fija la materialista economía liberal, y pretendemos por tanto emancipar por el cristianismo, al obrero de toda tiranía. Para ello ha de fomentarse la vida corporativa restaurando los gremios con las reformas necesarias; se necesita acrecentar las sociedades cooperativas de producción y consumo, y conseguir que el Poder restablezca el Patronato cristiano reglamentando el trabajo. Así cumplirá el Estado el primero de sus deberes, amparando el derecho de todos y principalmente el de los pobres y el de los débiles, a fin de que la vida, la salud, la conciencia y la familia del obrero no estén sujetas a la explotación sin entrañas de un capital egoísta, por cuyo medio, un monarca cristiano se enorgullecerá, mereciendo el título de rey de los obreros”.

En relación con el desarrollo y progreso material, estrechamente vinculado a la anterior cuestión, se manifiesta que “Los tributos abrumadores y el caciquismo tiránico hacen imposible la vida en los pueblos y determinan una doble corriente de emigración entre nuestros sufridos y vejados agricultores, quienes en demanda de pan y trabajo afluyen a las ciudades o abandonan la Patria como víctimas de una política cruel, atropellados por todo, para buscar en América o en África el sustento de sus desamparadas familias.- Preciso es atajar por completo y cortar de raíz esta emigración de la desgracia, reformando algunas leyes onerosas y rebajando las insoportables contribuciones que arruinan la agricultura, la industria y la ganadería. Necesario es también completar la restauración general con la de la tierra misma, repoblando sus montes, roturando sus yermos y haciendo que las aguas de los ríos no corran infecundas o exterminadoras. Renovados los Pósitos, han de fomentarse las Ligas y Cámaras agrarias, los Bancos y las Cajas agrícolas, y así, vencedores de su actual abatimiento, al amparo de municipios libres de caciques, regresarán a sus hogares los desterrados por el fisco, y con la mayor oferta de trabajo en las ciudades y la rebaja de las subsistencias que produzca el aumento de la producción agrícola, subirán doblemente los jornales y aumentará en proporción el bienestar de las clases labradoras. Podrá extenderse a toda España la beneficiosa institución del Vínculo Navarro, con el que, dentro de la competencia se logra abaratar el precio de las más necesarias mercancías y librar de inicua explotación a los pobres, y reglamentando el trabajo defendido por la Corporación y amparado por el Patronato, tornarán el agricultor y el obrero a ser redimidos por la Monarquía de la doble servidumbre moral y material en que la Revolución los tiene con el falso nombre de Libertad”. 

Gabriel Alférez 


24 de maio de 2012

De ricos, riquezas y amor al prójimo

Cortesía de Stat Veritas.

De ricos y riquezas.
“Cristo llamó inicuas a las riquezas porque en su tiempo en el Oriente no había ninguna gran fortuna ganada con honradez, sino con iniquidades; y en nuestro tiempo tampoco. Un hombre que tiene 1.200 millones de dólares, ó 200 millones (o un millón si vamos a eso) no los ha ganado con su trabajo, por importante que su trabajo pueda haber sido: los ha ganado o malganado estafando o explotan­do el trabajo ajeno; y si él no, sus padres o sus abuelos. Cuántos hay que por dejar una fortuna a sus hijos —y a veces ni siquiera a los hijos sino al Estado, que hoy día arrebatiña las herencias— se van por la posta al Infierno; porque el que tiene dinero malganado tiene que restituir; y como a veces no sabemos seguro si el dinero que tenemos nos corresponde en justicia (la sangre del pobre) con dar limosna al pobre nos ponemos en lo seguro. Buen negocio, dijo Cristo. Si esto es así, entonces lo mejor es no tener dinero —dijeron los Apóstoles. Verdad es eso —dijo Cristo— pero eso no es posible a todos. Algunos tienen que tener dinero (incluso mucho dinero) y administrarlo bien; y algo de dinero tienen que tener todos. Hasta Cristo tenía algo de dinero; pero el que lo llevaba y lo guardaba, era Judas”.

R.P. Leonardo Castellani, “El capataz camandulero”, en “Domingueras prédicas II”.


Del amor al prójimo.

“La participación afectiva, o sea, de la verdadera simpatía, es condición del amor a la humanidad; si no simpatizamos en forma habitual y continua con los prójimos, no podemos decir que amamos a la humanidad. Y el amor a la humanidad es condición y escala del amor personal a Dios y a la persona espiritual de nuestro prójimo...”
“Si no hay un amor real al prójimo, el amor de Dios es ilusorio. No podemos propiamente poner valores en el alma ajena, sino a lo más suscitar el movimiento ascencional del alma ajena. La persona es impenetrable, y quien la quiere hacer buena a la fuerza, o, mejor dicho, cuando la fuerza es vista como el medio principal para mejorar a una persona, lo único que se consigue es que la persona se rebele y cierre el alma. Lo primero que se puede y debe hacer es amar bien a la persona (y ese amor es el bien moral fundamental, según el Cristianismo) y así suscitar otro amor bueno, el cual también tiene fuerza ascencional. Eso es todo lo que podemos, y no es poco”

R.P. Leonardo Castellani, “Max Scheler”, en “Filosofía Contemporánea”. Inédito. La cita está abreviada.

7 de maio de 2012

Uma excelente introdução ao distributismo


O livro “Beyond Capitalism & Socialism: A New Statement of an Old Ideal”, obra colectiva organizada por Tobias J. Lanz constitui uma excelente introdução ao distributismo, sendo leitura ideal para todos os que pretendam conhecer essa doutrina e travar um primeiro contacto com os fins prosseguidos pela mesma.
Trabalho dividido em três partes principais, na primeira delas define-se o distributismo por contraposição ao capitalismo liberal e ao socialismo. Enquanto nestes dois últimos sistemas a propriedade dos meios de produção ou é concentrada por uma restrita e influente classe plutocrática (capitalismo liberal), ou é dominada na sua totalidade pelo Estado (socialismo), e em qualquer dos casos sempre com grave prejuízo da liberdade da esmagadora maioria dos membros da sociedade, forçados ao servilismo ora face à plutocracia, ora face à nomenclatura estatista, o distributismo propõe alternativamente:
- difusão tão ampla quanto possível das propriedade privada dos meios de produção;
- como decorrência do ponto supra, a disseminação das pequenas e médias empresas, bem como das cooperativas, com a passagem do maior número de pessoas do estatuto de empregados dependentes para o de proprietários livres e responsáveis pelo seu destino;
- e, como corolário dos dois anteriores pontos, a aproximação entre produtores e consumidores, com a eliminação de intermediários e a realização da vida económica a um nível eminentemente local (“small is beautiful”).
Numa segunda parte, “Beyond Capitalism & Socialism” apresenta os principais mentores doutrinários do distributismo, resumindo os pontos mais salientes do pensamento de figuras bem conhecidas como Chesterton ou Hilaire Belloc, e outras menos conhecidas como o Padre Vincent MacNabb, um dominicano inglês de cepa obviamente tomista, ou o Padre Heinrich Pesch, um jesuíta alemão cujo pensamento económico influenciou directamente a redacção da encíclica “Quadragesimo Anno”, do Papa Pio XI.
Finalmente, na terceira e última parte, o livro aborda os moldes em que o distributismo poderá ser aplicado nas sociedades contemporâneas e a forma pela qual estas se poderão tornar mais distributistas e menos capitalistas/socialistas.
A este propósito, convém sublinhar que o distributismo não é uma ideologia revolucionária, desenvolvendo antes a sua actuação com estrito respeito pela lei moral ou natural e tendo sempre em vista a prossecução do bem comum do todo social. Assim, o distributismo não pretende enveredar pela perigosa via da engenharia social, mas ao invés criar uma ordem económica alternativa assente na autêntica propriedade privada e no genuíno mercado livre, por contraposição ao servilismo inerente à economia de interesses egoístas do capitalismo plutocrático ou à economia centralizada do socialismo burocrático estatista.
Para concluir, dir-se-á tão-só mais o seguinte: pelo exposto, “Beyond Capitalism & Socialism” é uma leitura obviamente recomendada.

4 de maio de 2012

A situação aberrante do aborto em Portugal

É sumamente bizarro que o actual governo português da direita catita (a émula da esquerda caviar niilista), que tributa selvaticamente os rendimentos do trabalho, que reduz arbitrariamente salários e que corta implacavelmente benefícios sociais como o acesso aos legítimos cuidados de saúde, mantenha paradoxalmente intocada e absolutamente gratuita (no Serviço Nacional de Saúde) esta situação, mais do que chocante, aberrante - a da prática reiterada do aborto em Portugal.

Ora, tal manutenção é bem sintomática de uma atitude intencionalmente relativista e conscientemente ofensiva para com a doutrina católica, razão elementar por que os católicos, conforme já salientei em momento anterior, nada podem ter a ver com os que permitem este estado de coisas e muito menos premiá-los com um futuro apoio eleitoral. Já chega de considerar quem não merece consideração alguma!

1 de maio de 2012

En defensa de una concepción cristiana del trabajo (y de la familia)

Fuente original aquí.

La festividad de San José Obrero, instituida por Pío XII, nos viene de perlas para reflexionar sobre la íntima conexión existente entre familia y trabajo. Desde hace algunos años, recibo desde ciertos ámbitos (seudo)católicos reproches por tratar en mis artículos asuntos de orden económico; y exhortaciones a tratar cuestiones de orden moral. Pero, como nos recordaba Pío XI (Quadragesimo Anno, 42), «aun cuando la economía y la disciplina moral, cada cual en su ámbito, tienen principios propios, es erróneo que el orden económico y el moral estén distanciados y ajenos entre sí»; y Juan XXIII (Mater et Magistra, 222) insistía en lo mismo, afirmando que «la doctrina social de la Iglesia es inseparable de la doctrina que la misma enseña sobre la vida humana». Y es que, en efecto, poco sentido tendría defender la vida y la familia si al mismo tiempo no se defendiera una concepción del trabajo que permita a las personas criar dignamente a sus hijos y cuidar de sus familias; pues el trabajo, según nos recordaba Juan Pablo II, «es una condición para hacer posible la fundación de una familia» (Laborem Exercens,10). Que hoy se puedan denunciar las lacras que destruyen la familia sin denunciar al mismo tiempo las relaciones económicas inicuas nos demuestra que —como ya nos advirtiera Chesterton— las viejas virtudes cristianas se han vuelto locas.
Esta íntima conexión entre familia y trabajo la recordaba Pío XI, al afirmar (Quadragesimo Anno, 71) que al trabajador «hay que fijarle una remuneración que alcance a cubrir el sustento suyo y el de su familia»; y Juan Pablo II llegaba todavía más lejos (Laborem Exercens, 19), abogando por la introducción del «salario familiar», o en su defecto de subsidios y ayudas a la madre que se dedica exclusivamente a la familia. Y, puesto que la tendencia ha sido exactamente la contraria (es decir, salarios de miseria que apenas si sirven para mantener a quien lo percibe, obligando a los demás miembros de su familia a trabajar a su vez, a cambio de otros salarios de miseria), hemos de concluir que las relaciones laborales existentes son las que primeramente conspiran contra la unidad familiar, obligando a cada uno de sus miembros a ganarse malamente el sustento fuera de su casa; y las que, consecuentemente, fomentan el divorcio y la baja natalidad (con su inevitable secuela de abortos a troche y moche), al ligar la percepción de un salario a la subsistencia puramente individual, nunca a la cobertura de las necesidades familiares. Así, puede concluir Pío XI (Quadragesimo Anno, 132) que las «bajas pasiones» que han favorecido estas relaciones laborales inicuas son «raíz y origen de esta descristianización del orden social y económico, así como de la apostasía de gran parte de los trabajadores que de ella se deriva».
La restauración de un orden social y económico cristiano sólo podrá lograrse, nos recuerdan incansablemente los Papas, a través de una «reforma de las costumbres». Pero tal reforma debe realizarse en un doble plano, personal e institucional: pues de poco vale que las personas se esfuercen en formar familias cristianas si las instituciones jurídicas y políticas favorecen unas relaciones económicas descristianizadas, fomentando un régimen de trabajo que «crea obstáculos a la unión y a la intimidad familiar» (Quadragesimo Anno, 135). Denunciar una doctrina económica apartada de la verdadera ley moral es, en fin, tan obligatorio para un católico como denunciar las agresiones a la familia; entre otras razones porque ambas denuncias son la misma. A no ser, claro está, que queramos convertirnos en católicos esquizofrénicos que enarbolan virtudes que se han vuelto locas. Que San José Obrero nos libre de esa tentación.

Juan Manuel de Prada